Cuando el teléfono inteligente te hace “más tonto”

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Para despertarnos o ir a dormir, para saber qué comer o incluso para cuando estamos esperando en el baño. El teléfono inteligente se ha convertido en nuestro mejor aliado para un sinfín de situaciones en la que te dejas guiar por el dispositivo para que te dé la solución.

Sin embargo, y paradójicamente, este teléfono inteligente nos está haciendo cada vez “más tontos”. Creemos que el ser “multitarea” (el conocido como multitasking) hace que seamos más eficientes.

Pero nos equivocamos, ya que el tener tantas ventanas abiertas a la vez nos hace incluso menos. Y lo peor, produce un estrés innecesario.

Más trabajo para nuestro cerebro, menos descanso

El uso continuo de nuestro cerebro cambiando de tarea constantemente y teniendo pendientes miles de ventanas hace que nuestro cerebro trabaja más y más. Y finalmente acabe tan cansado que ni siquiera podamos terminar ninguna de las tareas pendientes y seamos menos efectivos.

Ya lo mencionó el psicólogo David Meyer en la American Psychological Association tras estudiar este efecto: “Cuando las personas intentan realizar más de una tarea a la vez han descubierto que la mente y el cerebro no están diseñados para realizar múltiples tareas pesadas. Los psicólogos tienden a comparar el trabajo con la coreografía o el control del tráfico aéreo, y señalan que en estas operaciones la sobrecarga mental puede provocar una catástrofe”.

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Tan simple como eso. Esta miríada de actividades que se realiza a diario con el móvil en el que cambiamos sin darnos cuenta hace que nos cansemos “más rápido que si mantenemos la atención en una sola cosa”, indica el profesor de neurociencia conductual en la Universidad McGill, Daniel Levitin, ya que ese “multitasking” nos crea una “adicción a la dopamina” que provoca que el cerebro pierda el foco

Por ejemplo, la gente es capaz de estar jugando al casino online en la aplicación del móvil, mientras se enjuaga la boca con dos conversaciones pendientes que responder en Whatsapp.

Los expertos coinciden en una cosa: en vez de tomar cafeína para seguir con el trabajo, tómate un descanso de la pantalla. Aunque sea de 15 minutos.

¿Más perezosos y dependientes?

Sin duda, el hecho de que el móvil nos acompañe a todos lados, incluso para el cuarto de baño, es por una sencilla razón: nos facilita la vida.

Hasta este punto es lógico porque los dispositivos móviles han sido creados y están siendo mejorados precisamente para esa función en un mundo en el que nos exigen muchas más cosas en menos minutos. Pero eso acaba creando una dependencia al dispositivo y dejamos de hacer cosas por nuestros propios medios.

Ahora, ante cualquier duda, en lugar de acudir a la enciclopedia, se “googglea”, que incluso se ha convertido en un verbo usado a diario, o se le habla al móvil para que lo busque porque nos da “pereza” escribir.

En un estudio publicado en la prestigiosa revista Science en 2011, se dice claramente que Internet se ha convertido en una “forma primaria de memoria externa”, donde la información se almacena colectivamente fuera de nosotros, es decir, que la gente solo recuerda cómo acceder a la información y no se acuerda de la información per se, porque ya la tiene Google, del que finalmente acabamos dependiendo.

Ya no se trata de que el uso de los teléfonos nos haga más perezosos, sino menos intuitivos a la hora de resolver problemas y retos complejos del día a día.

Por ejemplo, el uso del GPS ha hecho a los peatones y a los propios conductores dejar de ver el camino para seguir la vía que nos traza, en la que a veces, no reconoce que hay un obstáculo u obras, o incluso un camino sin salida. En esos momentos, culpamos al GPS en vez de a nosotros mismos por no levantar un poco más la cabeza y ver lo que ocurre justo delante de nosotros.

Estar más nerviosos

Estamos en un mundo hiperconectado en el que nos llegan alertas al móvil para saber hasta los minutos que hemos caminado o lo que está ocurriendo al otro lado del planeta, y a tiempo real.

Causa que estemos con los cinco sentidos despiertos en cada momento sin darnos ni un descanso, lo que ha provocado que se viva en un estado de ansiedad perpetuo, de querer saber inmediatamente qué es lo que va a ocurrir. Todo esto se suma a lo que sucede en nuestra “vida real”, en la que también el teléfono forma parte.

Con esto se hace referencia a los “Me gusta” a los “followers” y a todos los comentarios que se tiene en las fotografías o publicaciones que compartimos en las diferentes redes sociales de las que millones de personas forman parte.

Preguntamos incluso si subir o no esa fotografía. Nuestro grado de ansiedad se eleva por minutos antes y después de la publicación. Se busca una aceptación pública y de no ser así, ya se considera que es un fracaso, incluso una vergüenza.

Esto puede suponer un problema grave a lo que los psicólogos hacen frente cada vez más, dado que para aquellas personas que viven con una crisis de identidad, esperar ese grado de aceptación en las redes sociales le puede suponer que esa crisis se agrave aún más, provocando enfermedades derivadas.

Se busca una perfección de la que nadie tiene una respuesta. Lo que nos hace “tontos” con tener el teléfono móvil en nuestra mano es que, al final, hay una gran diferencia entre lo que se proyecta al exterior y lo que estamos viviendo realmente.

La gente se pasa al teléfono “tonto”

Es curioso que ante el cansancio de esos teléfonos “inteligentes” y de estar continuamente conectados, la gente esté optando de nuevo por los “teléfonos tontos”, por nuestro típico Nokia en el que solo se pueda, como dirían nuestros padres, “llamar y que te llamen”.

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